miércoles, 2 de mayo de 2012

Venida en las Nubes del Cielo


Venida en las Nubes del Cielo

"He descendido del cielo" -Jesús, S. Juan 6:38
Cristo dijo: "Verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del Cielo." Bahá'u'lláh dijo: "Cuando Cristo vino la primera vez vino sobre las nubes." Cristo dijo que había venido del Cielo -que había venido de Dios-, aunque nació de María, su Madre. Pero cuando declaró que había venido del Cielo, se comprende claramente que no quiso decir del firmamento azul, sino que hablaba del Cielo del Reino de Dios, y que de ese Cielo descendió sobre las nubes. Así como las nubes son obstáculos para el brillo del sol, las nubes del mundo del género humano ocultaron a los ojos de los seres humanos el esplendor de la divinidad de Cristo. Las gentes dijeron: "Él es de Nazaret, nacido de María, le conocemos y conocemos a sus familiares. ¿Qué puede querer? ¿Qué va diciendo? ¿Que vino de Dios?"El cuerpo de Cristo nació de María, de Nazaret, pero el Espíritu era de Dios. Las capacidades de su cuerpo humano eran limitadas, pero la fuerza de su espíritu era vasta, infinita, inmensurable.
Las gentes preguntaron: "¿Por qué dice que viene de Dios?" Si ellos hubiesen comprendido la realidad de Cristo, hubiesen sabido que Su cuerpo humano era una nube que escondía Su divinidad. El mundo sólo vio Su forma huma-na, por lo que se maravillaba acerca de cómo había podido "descender del Cielo." Bahá'u'lláh dijo: "Así como las nubes ocultan al sol y al cielo de nuestra vista, así la humanidad de Cristo ocultó a los seres humanos Su verdadero carácter divino."
Espero que dirijáis vuestros ojos libres de nubes hacia el Sol de la Verdad, sin tomar en consideración las cosas te-rrenales, no sea que vuestros corazones sean atraídos por los vanos y efímeros placeres de este mundo; dejad que este Sol os fortalezca, y así las nubes de los prejuicios no podrán ocultar su luz a vuestros ojos. Entonces, el Sol aparecerá despejado ante vosotros.
Respirad el aire de pureza. Que todos y cada uno de vo-sotros participéis de las Divinas Munificencias del Reino del Cielo. Que el mundo no sea un obstáculo que oculte la verdad a vuestros ojos, como el cuerpo humano de Cristo ocultó Su divinidad a los ojos de la gente de Su tiempo. Que podáis recibir la clara visión del Espíritu Santo, para que vuestros corazones puedan ser iluminados y seáis capaces de reconocer el Sol de la Verdad brillando a través de todas las nubes materiales, y su esplendor inundando el uni-verso.
No permitáis que lo que pertenece al cuerpo oculte la luz celestial del espíritu, para que, por la Divina Munificencia, podáis entrar con los hijos de Dios en Su Reino Eterno. Ésta es mi oración por todos vosotros. -`Abdu'l-Bahá: Sabiduríad de 'Abdu'l-Bahá, pág. 43-45 La Fe Bahá'í y las profecías www.bci.org/venezuela/prof.shtml - 7k

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